jueves, noviembre 22, 2012

martes, noviembre 20, 2012

viernes, noviembre 16, 2012

LLUVIA EN MI VENTANA

EN TEMPS DE SPINS UN PO QUITO DE NATURE

jueves, noviembre 15, 2012

El emplazamiento

Ibn Jaldum, autor de finales del siglo XIV, señala que las ciudades son los emplazamientos donde los pueblos se instalan permanentemente. Ya hemos reseñado cómo el solar de Madrid y sus tierras próximas fueron lugares transitados y con asentamientos esporádicos de población desde la Prehistoria; pero es a mediados del siglo IX cuando se produce el establecimiento definitivo en el emplazamiento actual que da origen a la ciudad. El hábitat permanente se produce —según Ibn Jaldum— porque un lugar reúne todas las condiciones naturales necesarias para ello.
Primeramente, es preciso que se encuentre próximo un cauce de agua o, en su defecto, algunos manantiales abundantes. El Manzanares —llamado Guadarrama en la Edad Media por nacer en dicha sierra— asegura este requisito. Su cauce estaba a la distancia adecuada para no causar problemas de salubridad a la población y, además, su subsuelo posee una gran riqueza hídrica, que aflora en numerosas fuentes y manantiales.
Ibn Jaldum señala, además, la necesidad de que existan campos de cultivos en los alrededores del emplazamiento. Madrid está rodeada por tierras aptas para el cultivo de los productos básicos en la dieta alimenticia propia de una aglomeración urbana.
En tercer lugar, el autor considera imprescindible la existencia en las proximidades de unos pastos abundantes, además de algunos montes y bosques, capaces de suministrar leña para el hogar y para la construcción de casas, así como el alimento necesario para el mantenimiento del ganado. En Madrid, las huertas y tierras de labor rodeaban el Manzanares, mientras que en las cercanías eran numerosas las dehesas y el monte de El Pardo ofrecía caza y leña suficientes.
Otra de las características de un buen emplazamiento, según Ibn Jaldum, es la buena circulación de los vientos. La cercana sierra del Guadarrama suministra frescos vientos del norte, que limpian el ambiente de aires contaminados. También favorece la buena ventilación la elevación del terreno, que reporta asimismo una ventaja decisiva en cuanto a las buenas cualidades defensivas de la ciudad. Este último argumento, de carácter estratégico, constituirá el elemento decisivo para la fortificación del lugar, dentro del diseño defensivo de Muhammad I.
La atribución de características militares a Madrid conllevó la construcción de un castillo o alcázar y de una ciudadela o almudayna, donde residían los guerreros que lo defendían. El diseño defensivo se completa con la muralla, que protege tanto la almudayna como la medina, en la que reside la población civil. Sobre el origen de esta última existen dos hipótesis: la existencia de una población previa a la construcción de la fortaleza, o bien la venida de gentes desde otros puntos, atraídas por el inicio de la fortificación y por las posibilidades económicas que sugería la reciente fundación. En cualquier caso, en los primeros tiempos tras la fortificación, Madrid debía de estar habitada mayoritariamente por guerreros, pues la defensa de la zona así lo exigía. Las necesidades de abastecimiento de la población militar irían atrayendo otras gentes a la ciudad. Mercaderes, artesanos, campesinos y algunos grupos marginales, como pobres o prostitutas, fueron diversificando la composición social de la ciudad, que paralelamente iba desbordando el recinto amurallado, creándose los primeros arrabales.

“Madrid. Historia de una capital”
De Santos Juliá, David Ringrose y Cristina Segura
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miércoles, noviembre 14, 2012

La vida en Democracia

Una imagen vale más que mil palabras.
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martes, noviembre 13, 2012

miércoles, noviembre 07, 2012

domingo, noviembre 04, 2012

THE SONG REMAINS THE SAME

Ha este paso volveremos al siglo XIX