Una espesa niebla cubriendo las cumbres, impidió concluir con éxito la ascensión del siniestro macizo. Y, en esa tesitura, no quedó otra alternativa que el descenso a las praderas de Cardaño de Arriba, donde fueron voladas las cometas de la república.
Tras un saludo culinario a Maese Laurelio, se impuso una visita obligada a los ancianos muros de Frómista y un “baño” reparador en la vieja fuente de Recesvinto.
“Palencia tuvo que ser, con su lunita plateada…”
Y la eterna coletilla que flotaba en el ambiente: “¡Qué buen tiempo se ha quedao!En definitiva, una bonita excursión, llena de animalitos: zorros, burros, ciervos, vacas…. por los alrededores de Triollo, en un día en que nadie pudo hacer cima, pero todo el mundo parecía contento, feliz e indocumentado.