Parecía que el día, cuando llegamos al parking francés, podia abrir, pero no fue así. Según cogíamos altitud, se empezó a nublar y toda la gama de grises y el blanco de la nieve, ya no se separaron de nosotros.
Subíamos una larga pala de nieve, comenzó a jarrear pero bien. Paramos y nos pusimos las chupas de agua (algunos ya nos habíamos puesto los crampones). El desánimo comenzó a surguir en el grupo (lógico) porque aquello tenía muy mala pinta.
Despues de media horita más de ascensión. La mayoria del grupo decidió darse la vuelta. Yo miré a Manolo ("bestia parda de alta montaña, el tío") y le dije: Manel, vamos a tirar un poco más, "a ver que pai".
- Venga Muscu que queda media horita.
(No fue así quedaba una hora y cuarto o más). Así que nos despedimos del grupo, y junto a Pico-Tá, que no lo veía nada claro, tiramos para arriba.
Rebasamos con autoridad y buen paso a un grupo de tres montañeros. Cada vez mas nieve ,más lluvia y mas frío. Nos quedaban por delante dos largas palas de nieve con un importante desnivel.
Pico-Tá me dijo que se daba la vuelta.
-Vaya "tron", yo voy a seguir.
¿Por qué seguí? me encontraba extrañamente bien, con fuerza y con fé. Mano-Lín (cómo no) iba delante de mí, a buen ritmo (la lluvia era cada vez más intensa, pero mi chupa Millet ni se inmutaba) atravesamos de derecha a izquierda, faldeando un sendero de 80m, de estos con la hostia a la izquierda, "to pabajo", y apoyando el "piolo" a la derecha.
Llegamos a un paso delicado (el Néouvielle lo teniamos ya encarado), había que subir un pedazo de roca empapada (con los crampones me daba yuyu) o bordearla, pero una capa de hielo te quitaba las ganas.
Manel, que no llevaba crampones, rebasó el paso sin problemas por la roca. Yo dudé - chungo, pensé - pero Manolo me ofreció el mango de su piolet, y con un impulso me planté a su lado.
- Vamos Muscu tío que lo tenemos ahí.
Seguimos otrrrrro buen rato ascendiendo por la nieve, cuando¡¡¡Bruuuuum,traca-tra!!!. El Dios Odín y Thor andaban por ahí arriba y parecían muy enfadados - impresiona un pedazo de trueno así, a tres mil metros de altitud - me paré, se me cambió la cara, a Manel no.
- Manolo tío, vamonos.
- Que no Muscu, nos quedan cinco minutos.
Llegamos a una zona donde se acababa la nieve y empezaba la roca mojada, pero en un terreno ya suave; era andar cincuenta metros, girar a la derecha y la cima. Pero me tenía que quitar los crampones, guardarlos en el macuto, y a la vuelta volvermelos a colocar. Demasiado trabajo con la que estaba cayendo, y las manos medio heladas, decidí que hasta ahí había llegado.
Pensándolo ahora, no me quedaba nada, prácticamente estaba en la cima. Pero la decisión estaba tomada.
- Bueno Muscu, yo sigo porque ya está ahí,s on cinco minutos (era verdad) ve bajando, luego te alcanzo.
Así lo hice. Al poco, llegué al paso de marras, "calma, Santi, con calma - me dije - (desde arriba, la bajada siempre se ve mas chunga), con mucha precaución rebasé el paso - bien, coño - y comencé a atravesar la falda nevada, despacio y con tiento.
Comenzó a granizar pero bien, de esto que hace daño. Más rayos y truenos, soledad y un entorno cada vez más hostil. Ya para rematar, se metió la niebla, "pa ayudar"...
...