jueves, noviembre 15, 2012

El emplazamiento

Ibn Jaldum, autor de finales del siglo XIV, señala que las ciudades son los emplazamientos donde los pueblos se instalan permanentemente. Ya hemos reseñado cómo el solar de Madrid y sus tierras próximas fueron lugares transitados y con asentamientos esporádicos de población desde la Prehistoria; pero es a mediados del siglo IX cuando se produce el establecimiento definitivo en el emplazamiento actual que da origen a la ciudad. El hábitat permanente se produce —según Ibn Jaldum— porque un lugar reúne todas las condiciones naturales necesarias para ello.
Primeramente, es preciso que se encuentre próximo un cauce de agua o, en su defecto, algunos manantiales abundantes. El Manzanares —llamado Guadarrama en la Edad Media por nacer en dicha sierra— asegura este requisito. Su cauce estaba a la distancia adecuada para no causar problemas de salubridad a la población y, además, su subsuelo posee una gran riqueza hídrica, que aflora en numerosas fuentes y manantiales.
Ibn Jaldum señala, además, la necesidad de que existan campos de cultivos en los alrededores del emplazamiento. Madrid está rodeada por tierras aptas para el cultivo de los productos básicos en la dieta alimenticia propia de una aglomeración urbana.
En tercer lugar, el autor considera imprescindible la existencia en las proximidades de unos pastos abundantes, además de algunos montes y bosques, capaces de suministrar leña para el hogar y para la construcción de casas, así como el alimento necesario para el mantenimiento del ganado. En Madrid, las huertas y tierras de labor rodeaban el Manzanares, mientras que en las cercanías eran numerosas las dehesas y el monte de El Pardo ofrecía caza y leña suficientes.
Otra de las características de un buen emplazamiento, según Ibn Jaldum, es la buena circulación de los vientos. La cercana sierra del Guadarrama suministra frescos vientos del norte, que limpian el ambiente de aires contaminados. También favorece la buena ventilación la elevación del terreno, que reporta asimismo una ventaja decisiva en cuanto a las buenas cualidades defensivas de la ciudad. Este último argumento, de carácter estratégico, constituirá el elemento decisivo para la fortificación del lugar, dentro del diseño defensivo de Muhammad I.
La atribución de características militares a Madrid conllevó la construcción de un castillo o alcázar y de una ciudadela o almudayna, donde residían los guerreros que lo defendían. El diseño defensivo se completa con la muralla, que protege tanto la almudayna como la medina, en la que reside la población civil. Sobre el origen de esta última existen dos hipótesis: la existencia de una población previa a la construcción de la fortaleza, o bien la venida de gentes desde otros puntos, atraídas por el inicio de la fortificación y por las posibilidades económicas que sugería la reciente fundación. En cualquier caso, en los primeros tiempos tras la fortificación, Madrid debía de estar habitada mayoritariamente por guerreros, pues la defensa de la zona así lo exigía. Las necesidades de abastecimiento de la población militar irían atrayendo otras gentes a la ciudad. Mercaderes, artesanos, campesinos y algunos grupos marginales, como pobres o prostitutas, fueron diversificando la composición social de la ciudad, que paralelamente iba desbordando el recinto amurallado, creándose los primeros arrabales.

“Madrid. Historia de una capital”
De Santos Juliá, David Ringrose y Cristina Segura
.

4 comentarios:

Yahya el Mayriti dijo...

Cuando Muhammad I (s.IX), ordena construir un castillo en un cerro a la izquierda del río Manzanares busca consolidar el cinturón defensivo que junto a las fortalezas y torres de Buitrago, Torrelodones, Torrelaguna, Venturada o El Vellón existía entre el Sistema Central y Tulaytula (Toletum), antigua capital del reino visigodo.
La finalidad de esta red de atalayas, torres vigía y castillos era establecer un sistema estratégico, una muralla infranqueable, que permitiera conocer los posibles avances de las tropas cristianas con suficiente antelación y que sirviera también de freno a estos ataques comunicándose las distintas guarniciones entre si mediante humaredas (de día) y con hogueras y fogatas (de noche).
Se sabe que la fortaleza madrileña era una pieza capital en el funcionamiento de dicha red. Castillos y atalayas se situaban cerca de las vías naturales de penetración, de norte a sur, descendiendo desde Gredos y Guadarrama.
El hecho de que el castillo de Magerit quedase a mitad de camino entre las montañas de Guadarrama y Toledo, le otorgaba carácter de llave o bisagra en la seguridad del emirato cordobés.


Extracto sacado de:
Madrid Islámico(www.nova.es)

iguana dijo...

Acabo de ver y leer los últimos post.
Un ole por Alejo.
Un escupitajo a los mossazis.
Un poquito de historia madrileña no viene mal.

Yahya el Mayriti dijo...

El sistema defensivo de la Marca Media de Al Ándalus en la Comunidad de Madrid comprendía las siguientes fortificaciones:

RECINTOS FORTIFICADOS
Mayrit (Madrid)
Al-Qalat al Jalifa (Villaviciosa de Odón)
Talamanka(Talamanca del Jarama)
Al-Qalat Abd al Salam (Alcalá de Henares.

CASTILLOS
Rivas(desaparecido)
Cervera(desaparecido)
Alboer(Villamanrique de Tajo)(ruinas)
Malsobaco(muy cerca de Paracuellos del Jarama)
(desaparecido)

TORRES O ATALAYAS
(Atalaya.Del árabe tala-la,pequeña torre)
Torrelodones(en perfecto estado)
Venturada
El Berrueco(en buen estado)
Torrelaguna(muy bien conservada)
El Vellón(muy bonita)
EL Molar(desaparecida)
Collado de La Torrecilla

Todas ellas fueron construidas entre los siglos IX y X y la mayoría son Monumento Histórico-Artístico

niebla dijo...

Excelente información, Yahya...