¿PODEMOS?

Otra vez la vieja izquierda, que se perpetúa en círculos concéntricos lamiéndose las heridas y repitiendo discursos narcisistas en torno a su ombligo, vuelve a sentirse airada o traicionada cuando alguien intenta tomar una iniciativa que pudiera sacarnos de este anquilosamiento infinito.

Otra vez se oyen voces de ultratumba vaticinando la división de esa misma izquierda, como si no hiciese mil años que la izquierda de nuestro país está dividida.

¡Basta ya de lamerse el pijo! Los jóvenes reclaman nuevas formas de luchar contra el sistema y jamás nos perdonarán la pérdida de una posibilidad como esta para comenzar a construir un verdadero movimiento combativo que aglutine a una gran mayoría de descontentos.

¿Qué vamos a perder si nos equivocamos y no logramos el suficiente apoyo para llevar adelante esta iniciativa? ¿Acaso no llevamos montones de años más perdidos que una aguja en un pajar? ¿Acaso vamos a sufrir otro desencanto como el que, tras la Transición, hizo que miles de nosotros desapareciéramos de la escena de una forma casi irrecuperable?

No es el momento de encerrarse en las catacumbas a desempolvar los viejos manuales dialécticos y discutir durante siglos sus variopintos matices. La gente necesita acción y respuestas. Necesita tomar las calles y hacerse oír. Necesita saber que hay gente como ellos capaz de defender sus intereses, de hacer llegar al poder las exigencias de los barrios, las mareas, los centros de trabajo. Necesita recuperar la confianza en que otro estado de cosas es posible.

Cuando la amenaza de un futuro carroñero y la visión de un presente sin salidas lleva a las personas a perder toda esperanza, debemos dejar de lado las viejas rencillas y tratar de crear un movimiento que nos haga crecer de una maldita vez.

Aún hay posibilidad de hacer que este inhóspito país se convierta en el lugar entrañable y solidario que muchos habíamos deseado, aunque para ello tengamos que rompernos los puños contra un muro.

Puede que esté soñando despierto, pero todos sabemos cual es ese muro y debemos derrumbarlo unidos.

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