LO VANAL

Hoy he estado viendo el documental que RTVE pasó hace unos días sobre la Movida Madrileña. En él salen unos cuantos personajes conocidos, incluso algunos amigos nuestros de aquellos años. Y hay otros que quedan en el tintero, por no haber llegado a ser famosos, no tocar en el grupo de moda, o no haber diseñado los trajes que tanto dieron que hablar en las pasarelas.

Esto no tiene la menor importancia. Es cierto que aquella época transcurrió entre escenarios de fiestas y garitos. Y también entre barrios y resacas. Vosotros lo sabéis y lo conocéis tanto o más que yo.

El documental no me ha parecido malo pues, aunque sigue, como siempre, haciendo incapié en los grandes figurones mediáticos, dice cosas como: “está claro que hay tantas Movidas como personas que la vivieron”. Y sabemos, de primera mano, que esto es rigurosamente cierto.

Acaban, como no podía ser menos, hablando del final de aquella época. Y dicen que la comercialización y la cocaína fueron determinantes en el final de la Movida.

Tampoco esto me coge de sorpresa: De aquellos “polvos”, estos lodos.

…

Pero hoy también he recibido la noticia de la muerte, hace un mes y medio, de mi vecina del piso de abajo.

Nos llevábamos bastante bien, a pesar de la diferencia de edad. Ella tenía ya ochenta y tantos años y seguía cuidándose y haciendo valer lo bien que se encontraba para su edad.

A pesar de que yo siempre la animaba a llamarme para cualquier problema que tuviera, en el mes de Agosto se le declaró un cáncer del que no consiguió salir.

Pero lo peor es que yo he tardado un mes y medio en enterarme de su fallecimiento.

Hace pocas noches, estaba viendo la tele y pensé que quizá tenía el volumen demasiado alto y podría molestarla, sin saber que estaba muerta y enterrada.

Se dan casos realmente caóticos en la sociedad actual.

Y no son paradojas. Son pura mierda.

Lo cierto es que ella se puso enferma y sus hijos la trasladaron a un hospital, cosa absolutamente correcta.

Allí murió en pocos días. Me alegro y firmaría para que sucediera lo mismo conmigo. Pero no puedo evitar pensar en lo aislados que estamos los unos de los otros, incluso en estos momentos cruciales.

Ni el cáncer, ni la cocaína, ni el punk, ni la música moderna, tienen ninguna importancia cuando nos hallamos desnudos e indefensos ante la calavera jocosa de la Muerte.

Hace unos días, se le declaró un cáncer terminal al hermano de un gran amigo mío.

No va a sobrevivir más que unos días.

Y nosotros seguiremos viendo documentales, sopesando las vanalidades de la vida, entonando “Divina, tú estás programada para el baile”…

Y llorando a moco tendido, cuando los ángeles negros nos arrebaten los momentos de felicidad que hemos disfrutado.

“Cuan presto se va el placer.

Cómo, después de acordado,

da dolor.

Cómo, a nuestro parescer,

cualquiera tiempo pasado

fue mejor.”

…